viernes, 25 de enero de 2008

FRANCISCO ASCASO


Dice Francisco Carrasquer, en su libro Ascaso y Zaragoza. Dos pérdidas: la pérdida, que García Oliver era el más perspicaz de los tres, Ascaso era el de más carácter y Durruti el de mayor fuerza expansiva. Los tres formaron parte del grupo Los Solidarios, los tres cometieron crímenes en nombre del anarquismo y los tres se pusieron a la cabeza de la resistencia frente al levantamiento fascista en la ciudad de Barcelona el 19 de julio de 1936.

Ascaso era elegante, delgado, nervioso, de mirada de hielo. Según alguno de sus cronistas y al contrario de lo que sucedía con Durruti, por ejemplo, caía mal a primera vista. Era necesario conocerle a fondo para entender sus reacciones. Y no era fácil. Si bien no dudó en hablar en público cuando lo consideró necesario, Ascaso nunca fue un gran orador como García Oliver. Hablaba lo justo, ni más ni menos. Tampoco supo dar a las masas todo aquello que le pidieran, como Durruti. Su misma muerte, a las puertas de las Atarazanas y en pleno combate, fue el resultado de una de sus decisiones inesperadas. Quiso eliminar a un tirador fascista por su cuenta y riesgo, sin preguntar nada a nadie y sin la necesaria cobertura de fuego.

Al hablar de Ascaso siempre se le compara o se le menciona en relación al resto de sus compañeros, como si por sí mismo no hubiese tenido la personalidad suficiente. Naturalmente, eso no es cierto. Ascaso representa a la Revolución más pura, al anarquista más fiel a sus ideas o, si se quiere, al más intransigente. Pero murió demasiado pronto. Hay quien dice que, con su avance casi suicida en aquel 20 de julio de 1936, quiso dejar clara su posición frente a algunos de sus detractores. Yo no lo creo. En primer lugar, porque no lo tengo por un hombre tan delicado que necesitara la aprobación de los demás. Y, en segundo lugar, porque a esas alturas no tenía nada que demostrar.


(En la doble foto de arriba, un primer plano de Ascaso y una imagen tomada poco antes de caer bajo las balas de los fascistas. Obsérvese que iba de traje y corbata pese a llevar un fusil ametrallador en las manos)

miércoles, 23 de enero de 2008

CENTELLES, LAS VIDAS DE UN FOTÓGRAFO


El vídeo se hizo con motivo de la exposición Centelles, las vidas de un fotógrafo, inaugurado en el Palau de la Virreina, Barcelona. Lo he incluido porque, como ya saben muchos, Centelles forma parte del reparto de personajes de la novela. He traducido el texto para aquellos que no entiendan el catalán. Dice lo siguiente:


NARRADOR: Este hombre es Agustí Centelles, el reconocido fotógrafo de la guerra de 1936 a 1939. Esta instantánea de los guardias de asalto hecha el 19 de julio dio la vuelta al mundo gracias a la revista Newsweek o a la francesa Paris-Soir. La imagen de unos niños jugando a fingir que fusilan, la fotografía del presidente Lluís Companys volviendo del penal de Cádiz o bien el momento de la salida de la Columna anarquista García Oliver son ejemplos del oficio de Centelles. El autor sacó muchas de estas fotografías del país nada más terminar la guerra. Las escondió en casa de unos amigos franceses y el secreto duró 30 años, hasta 1976. Centelles tenía miedo del uso que pudieran dar a los negativos.

SERGI CENTELLES, HIJO DE AGUSTÍ CENTELLES: En aquellos negativos había reportajes, había una serie de gente participando en mitins políticos o en actos o en consultas de la Generalitat o en cosas en las que podían ser identificados y represaliados a través de las fotografías. Por eso se llevó todo el paquete de negativos que ya eligió y dejó algunas cosas que no eran comprometedoras.

NARRADOR: Pero Centelles también hizo fotografías como estas. Son imágenes publicitarias de la marca Chupa-Chups, de la bebida Ponche Caballero o bien imágenes industriales como las que ven ahora. Es esta la parte más innovadora que puede verse en la exposición “Centelles, las vidas de un fotógrafo” que este fin de semana se ha inaugurado en el Palau de la Virreina, en Barcelona. Centelles trabajó de publicista porque al volver del exilio no encontró trabajo de foto-periodista. Se le cerró el paso.

SERGI CENTELLES, HIJO DE AGUSTÍ CENTELLES: No se le permitió ejercer de foto-periodista o reportero gráfico, como a él le gustaba decir, porque, bueno, los compañeros y todos, como les había hecho un poco de sombra mientras él estuvo en el auge de su trabajo, pues se negaron a admitirlo y entonces, como salida, se dedicó a la fotografía industrial y la publicitaria.

NARRADOR: La exposición también muestra, a través de un vídeo, las imágenes que Centelles hizo durante su reclusión en el campo de concentración de Brams, en Francia, justo después de la guerra. Son más de 800 imágenes acompañadas por una voz en off. La exposición, que es antológica, permanecerá abierta hasta el próximo mes de marzo.


jueves, 17 de enero de 2008

GENERAL LLANO DE LA ENCOMIENDA


Era el comandante en jefe de todos los militares de la ciudad. Antes de que comenzase la batalla, cuando aún no se habían escuchado los primeros tiros, tenía las cosas bastante claras. Sabiéndose rodeado de traidores, y en uno de esos momentos que recuerda la historia, dijo a sus oficiales: Si tuviera que decantarme por algún movimiento extremo, siempre escogería el comunismo antes que el fascismo. Pero los rumores del alzamiento fueron subiendo de tono a medida que se sucedían los minutos y, poco a poco, como si por primera vez se viera metido en dificultades, se vio superado por la situación y cedió el mando al Comisario Federico Escofet.

Creo que como personaje no tiene desperdicio. Tiene uno de los perfiles humanos más complicados de comprender y, por supuesto, de describir o de rehacer. No se trata de un Durruti, por ejemplo, cuya personalidad inamovible hace que sea una figura fácil de mover en el relato. Muy al contrario, Llano de la Encomienda fue contradictorio, inconstante, impredecible: un auténtico reto.

(La foto está extraída de guerracivil1936.galeon.com)