miércoles, 27 de febrero de 2008

LAUREANO CERRADA SANTOS


Entre los personajes de la novela “El Día de Barcelona” no incluí a uno de los activistas que me caen más simpáticos de toda la historia del anarquismo. No fue un despiste ni lo hice a idea. Simplemente, cuando escribí el texto desconocía que combatió en la batalla de las Atarazanas, abajo, en el puerto, junto a Durruti, Ascaso y García Oliver. Por esa razón y por otras estoy escribiendo una especie de crónica novelada sobre su vida, que, por cierto, no tiene mucho que envidiar a la de los aventureros más famosos de las novelas. Dentro de un tiempo abriré un blog sobre Laureano Cerrada Santos, quien, entre otras cosas alucinantes, compró un avión en 1948 para sepultar al general Franco bajo una lluvia de bombas incendiarias. Casi lo consiguió.


jueves, 14 de febrero de 2008

V
LOS ESCENARIOS DE LA BATALLA

(19 de julio de 1936. Barricada del Paralelo)


La verdad es que no es fácil narrar una batalla que sucede a la vez en diferentes escenarios de una misma ciudad. La acción no cesa en ninguna parte y el autor debe componérselas para ir de un sitio a otro sin que los personajes se enfríen y tratando de que el lector comprenda lo que está pasando. Es como llevar una cámara al hombro y trotar por las calles de la ciudad en busca de los lugares más importantes de cada momento. Eso sin olvidar los que va dejando atrás, claro, los que ya ha grabado con la cámara y debe recuperar de vez en cuando para ver qué ha sucedido en su ausencia.

Naturalmente, es posible hacerlo y hacerlo bien sin conocer la ciudad. Benito Pérez Galdós era un especialista en esos menesteres. Sobre plano, sin haber pisado jamás las calles de las ciudades donde ambientaba algunos de sus Episodios Nacionales, era capaz de hilar la trama formidablemente bien y de hacer creer al lector que conocía al dedillo cada calle, cada plaza y cada rincón donde se movían sus personajes. Pero no ha sido mi caso en esta ocasión. Durante unos años viví en Barcelona y conozco los sitios donde tuvieron lugar los tiroteos y demás acciones de la novela.

En 2004 hubo una iniciativa muy interesante que, según tengo entendido, ha ido repitiéndose año tras año. Se trata de un recorrido en autobús por los lugares más representativos de la lucha anarquista en la ciudad. Se llama Barcelona Roja y Negra, pero no sé si continúa haciéndose. Es un buen medio de conocer la historia del anarcosindicalismo y, por supuesto, también algunos de los lugares emblemáticos de la batalla de Barcelona.

Creo, sin embargo, que la multiplicidad de escenarios no impide que el texto se lea correctamente. Así me lo han dicho quienes han leído el original. Espero que los demás lectores opinen lo mismo. Según me han cometado los de la editorial, la Fundación Anselmo Lorenzo, ya no habrá que esperar mucho para que la novela vea por fin la luz.


viernes, 1 de febrero de 2008

LA MEMORIA, EL SILENCIO Y LAS MENTIRAS


En los primeros artículos de este blog ya dije que me enteré de la revolución anarquista del 36 hace tan sólo unos años y, como quien dice, por casualidad. Había leído unos pocos libros sobre la participación de los anarquistas en la Guerra Civil que publicaron dos o tres editoriales modestas aprovechando el impacto de la muerte de Franco. Después, el silencio. Durante casi dos decenios nadie dijo nada de anarquistas ni de revoluciones que no fuesen la de Octubre. No dijeron nada las televisiones, ni las emisoras de radio, ni las revistas de cualquier género, ni los periódicos. Desde la óptica que nos proporciona el día de hoy parece como si todo el mundo se hubiese puesto de acuerdo para eliminar ciertos hechos de la memoria colectiva. Por suerte, eso es imposible.

Comprendo que a los herederos de Companys les reviente que los anarquistas se hicieran con el poder en Barcelona y en toda Cataluña. Tanto es así que aún no lo han perdonado. Un tal Miquel Mir ha escrito un libro sobre los asesinatos gratuitos de la FAI basado en la documentación del achivo de la FAI de Londres. Es una lástima que el archivo de la FAI haya estado siempre en Ámsterdam y que ahora esté en Madrid, en manos de la Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo. Desde luego nunca estuvo en Londres, aunque el tal Mir diga lo contrario y haya quien se lo crea. En un programa de la Televisión de Cataluña vi al escritor Antoni Puigverd dando crédito a la mencionada documentación. No dijo nada de los cientos de libros, revistas y periódicos que, en virtud de su elevada categoría intelectual y de la credibilidad que le dan los medios, sin duda ha leído para contrastar los datos. Pero estoy seguro de que muchos televidentes le creyeron. Y así se forma, poco a poco, la bola de nieve.

Entonces, claro está, uno se hace algunas preguntas. Por ejemplo, ¿por qué ahora? ¿Por qué aparecen precisamente ahora esos críticos del anarquismo y no han asomado la cresta durante dos decenios de silencio? ¿Es porque ahora se habla de lo que realmente ocurrió? ¿Tanto miedo tienen?

Tampoco los políticos se han quemado las pestañas intentando aclarar las cosas. Comprendo que, después de las purgas que hicieron contra los anarquistas y los poumistas en el 37, los comunistas prefieran no abrir mucho la boca. Pero no acabo de entender el silencio de los socialistas. Y eso me lleva a otra cuestión.

No sé en qué acabará la Ley de la Memoria Histórica. Supongo que en nada o, en todo caso, en un ejercicio de vanidad entre los partidos de izquierda. Dirán frases bonitas, harán exposiciones de diseño y publicarán artículos que toquen la fibra en los suplementos dominicales de los periódicos más vendidos del país. Bueno. Ya digo que ignoro si lo de la Ley acabará así o será de otra manera. Pero hay algo que sí sé. Y es que los anarquistas no están ni estarán nunca en las listas de las víctimas de la Guerra y el Franquismo. Si hay que recuperar la memoria de los anarquistas de aquella o de otra época, eso debe ser tarea de los propios anarquistas. Quizás fuese esa la razón de que escribiera El Día de Barcelona.