miércoles, 19 de diciembre de 2007

DOÑA ELENA Y DOÑA MATILDE, la voz del barrio


Sus nombres no tienen misterio. Se llaman así por azar. Representan al pueblo llano, a cualquiera, a la opinión de quien nunca ha buscado líos y los ha encontrado a la vuelta de la esquina. Por su modo de hablar parece que nunca hayan salido del barrio y, de hecho, bien podría ser así. Existen, eso sí. O al menos he extraído los personajes de personas reales que conocí durante los años que viví en Barcelona. El colmo fue un hombre, cuyo nombre omitiré, que nunca en sus más de treinta años se había desplazado más allá de las afueras de la ciudad. Nunca había visto un bosque al natural, un río con agua transparente, una vaca o un arado. Una noche le invitamos a ir de copas a Castelldefels, a unos veinte kilómetros de distancia. Nunca había ido tan lejos.

Doña Elena y doña Matilde se enteran de cuanto sucede a partir de lo que dicen los demás, de lo que alguien les dice que ha dicho uno que oyó decir algo en la tasca. Y lo bueno es que sus informaciones son casi siempre ciertas o, por lo menos, aproximadas. ¿Por qué no? Si han traído al del tercero con una bala en el hombro es porque hay tiros en la calle, no falla. Si el del colmado no abre, con lo tacaño que es, seguro que los líos son para asustarse. Y no buscan mucho más. Con saber eso les basta.

Son personajes que, aunque me hayan servido a modo de elementos de transición y para dar ritmo e información mundana al relato, no dejan de tener una profunda personalidad. Quizás, entre los personajes ficticios, sean los más reales.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me encantaron estos dos personajes; su cotidianidad para tratar un asunto tan terrible.
Debe de ser fantástico poder conservar la rutina como lo hacen ellas en medio de un conflicto de semejante tamaño.