domingo, 16 de diciembre de 2007

FEDERICA MONTSENY


Debo reconocerlo. Había ido dejando a Federica Montseny porque se me hace muy difícil describir su vida, su trayectoria y lo que yo creo que llevaba en su interior en tan poco espacio. De hecho, aunque dispusiera de mil páginas también se me haría cuesta arriba. Sin duda es una de las mujeres más influyentes en la política española. Y sin duda es una de las más desconocidas. El bombo que los comunistas dieron a la Pasionaria, por ejemplo, eclipsó la estrella de Federica, una mujer entera y consecuente con sus ideas. Fue también muy criticada por parte de los mismos anarquistas, pero eso es moneda común en un movimiento que nunca se ha definido por la homogeneidad de pareceres entre sus miembros.

Nació en Madrid en 1905 y fue hija de Joan Montseny (Federico Urales) y Teresa Manyé (Soledad Gustavo), dos intelectuales que, por medio de una editorial, promovieron los ideales anarquistas. Federica, pues, creció entre libros y entre los que los escribían, incluidos algunas de las figuras más representativas del anarquismo de entonces como Max Nettlau, por ejemplo, el Herodoto de la anarquía, que pasó largas temporadas en su casa. Naturalmente, esa cultura heredada se nota en sus discursos y en los textos que escribió a lo largo de su vida.

Pero lo más complicado de su figura llegó cuando se hizo cargo de la cartera del Ministerio de Sanidad en 1936. Fue la primera mujer que llegó a ministro y, por supuesto, la primera y única de ideología anarquista. El gobierno republicano tuvo mucho cuidado y mucha intención al proponer a la CNT cuatro carteras ministeriales. De ese modo alejaba la amenaza de una revolución anarquista en medio de la guerra civil. Y aunque todo pudo ser debido a una trampa para tener atados de pies y manos a los anarquistas, los cuatro nuevos ministros dieron la talla. Hicieron cosas tan adelantadas a su tiempo que aún hoy en día no están del todo aceptadas por la sociedad. Así, en el año 36, aparte de mejorar extraordinariamente el mundo sanitario, Federica reguló el aborto, creó un subsidio para las embarazadas, instaló clínicas paritorias en muchas ciudades así como liberatorios de prostitución, lugares donde se ofrecía a las prostitutas la posibilidad de ganarse la vida de otro modo.

A mí siempre me ha caído bien Federica Montseny. Por eso he intentado dotar al personaje de una sensibilidad y una ternura que chocan con la personalidad recia de muchos otros personajes de la novela y con el ambiente de guerra que había en las calles de Barcelona. Pero creo que ella era así. Al menos, es la impresión que siempre he extraído de la lectura de sus memorias.


Para saber más sobre Federica Montseny, no hay nada mejor que consultar la página del Centre d’Estudis Llibertaris Federica Montseny.

(La foto está extraída de espacioalternativo.org)

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