lunes, 19 de noviembre de 2007

BUENAVENTURA DURRUTI


Mañana, veinte de noviembre, será el 71 aniversario de la muerte de Buenaventura Durruti, icono del anarquismo y de la Revolución. Tras la gloria que dejó encontraron, en su maleta, una muda de ropa y un par de objetos personales sin apenas valor. No tenía nada más en este mundo. Su entierro se cuenta entre los más multitudinarios de la historia de España y fue, sin duda, el más desordenado, el más caótico, el más anarquista. Durruti no llegó a ministro como sus compañeros Juan García Oliver, Federica Montseny, Juan López y Juan Peiró. Tampoco habría sabido serlo. Cuando estuvieron a punto de atarle a una silla de despacho huyó al frente de Aragón. Con él no iban las diplomacias ni las burocracias. Fue un hombre de acción.

Su trayectoria es tan increíble que muy pocos historiadores se han atrevido a darle forma en un libro. Se ha escrito mucho de él, pero casi siempre a trozos, con muchas lagunas, como si no se pudiera dar cuenta de las hazañas y no tan hazañas del personaje sin dedicar demasiados años de estudio. No debe ser un asunto rentable. Tan sólo Abel Paz ha escrito una biografía completa: Durruti en la Revolución española, editado por la Fundación Anselmo Lorenzo.

De modo que no seré yo, aquí y ahora, quien se queme las pestañas intentando desgranar la leyenda del anarquista Durruti. Aunque puedo decir unas palabras, claro está. Nació en León, de familia muy humilde. Después de años de persecuciones, de mítines, de mil delitos, de cárcel, de exilios y de regresos para seguir con lo mismo, configuró una parte esencial de la resistencia contra el fascismo al principio de la Guerra Civil española. Peleó como cualquiera en las calles de Barcelona el 19 de julio del 36. Es habitual entre los anarquistas. Los líderes no lo son por herencia o por grado, sino porque los demás quieren que lo sean. Y tanto Durruti como sus compañeros de tantos años de lucha dieron la talla, estuvieron siempre en primera línea, donde se les viese.

El avance hacia Zaragoza consiguió hacer realidad una utopía: las colectivizaciones. En cuanto la Columna Durruti llegaba a un pueblo, cambiaba el sistema y se hacía anarquista. Y funcionó. Durante casi un año, buena parte de Aragón y Cataluña fue anarquista. Las relaciones del gobierno republicano con el de la URSS dieron al traste con todo eso. Pero ahora no viene a cuento.

Durruti marchó al frente de Madrid porque se lo pidieron. Al parecer faltaba un estímulo para que los milicianos perdiesen el miedo a las terribles columnas africanas que llegaban del sur. La capital parecía perdida. El gobierno huyó a Valencia y dejó abandonados al pueblo de Madrid, a una columna de brigadistas y a una fracción de la Columna Durruti que estaba a punto de llegar. Los anarquistas ni siquiera pudieron hacerse cargo de la situación. Combatieron nada más llegar, en medio de un caos de organización. Pronto, quizás demasiado, una bala acabó con la vida de Buenaventura Durruti en la Ciudad Universitaria. Nunca se supo quién fue. Hay quien dice que fueron los comunistas. Hay quien afirma que fue un anarquista despechado. Y hay quien supone que el naranjero que Durruti llevaba en las manos pudo dispararse por accidente.


Entre la bibliografía sobre Durruti, cabe destacar:

Paz, Abel, Durruti en la revolución española, Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo, Madrid, 1996.

—MAGNUS ENZENSBERGER, HANS, El corto verano de la anarquía, Editorial Anagrama, Barcelona, 2002.

Llarch, Joan. La muerte de Durruti, Producciones Editoriales, Barcelona, 1977.

—SANZ, RICARDO, Los que fuimos a Madrid, Columna Durruti, 26 División, sin mención de editorial, 1969.

Amorós, Miquel, Durruti en el laberinto, Muturreko Burutazioak, Bilbao, 2006.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

En esa foto se parece a Humphrye Bogart.

Anónimo dijo...

La verdad es que sí. La he visto cientos de veces y nunca me había fijado en eso. Sin embargo, no se lo diré a nadie. Si voy por ahí diciendo que Durruti se parecía a Humprey Bogart van a creerse que se me ha subido el anarquismo a la cabeza.

Anónimo dijo...

O que he vuelto a beber.